sábado, 26 de septiembre de 2009

¿PSICOLOGÍA O PSICOLOGÍAS? CONTRA EL MITO DE LA DISCIPLINA UNIFICADA

Llamo la atención sobre el planteamiento de principio que el Dr. Emilio Ribes (2004) presenta en un artículo titulado “¿Es posible unificar los criterios sobre los que se concibe la psicología?”, publicado por la revista Suma Psicológica, 11(1), 9-28. En el dice: «No es correcto... hablar de “la” psicología, aludiendo a una disciplina ideal con propósitos, medios y fines compartidos por todos aquellos que la practican. Nos enfrentamos, más bien, a un conjunto diverso, más o menos inconmensurable, de “psicologías” que, lamentablemente, sólo comparten el nombre. En sentido estricto, deberíamos hablar de “las psicologías”, asumiendo sus diferencias irreconciliables, o cuando menos evidentes, en cuanto a objeto, método y aplicaciones del conocimiento. La así llamada psicología constituye, en realidad, un pluralismo disciplinar no reconocido, cuya forma de existencia es el mito de una disciplina unificada... » (p. 11).
Aun cuando sí defiendo la posibilidad de una unificación futura sobre la base de ciertas condiciones paradigmáticas (cosa que he discutido en un escrito anterior, véase el capítulo 1 del libro Psicología: Tópicos de Actualidad , pp. 9-24), debo aceptar la justeza de las expresiones de Ribes.
Hay quienes soslayan este tema porque se afanan en escribir la historia sólo desde la perspectiva que ellos mismos se han construido. Vale decir los ya conocidos y repetidos argumentos de la “evolución histórica” de la psicología en términos del conductismo al cognitivismo, de la cuantitatividad a la cualitatividad y del mecanicismo al enfoque de sistemas. Anclados en dicha óptica, muchos profesionales se juntan en asociaciones internacionales para promocionarla, aprovechando la ingenuidad seguidista de una parte del estudiantado, y también de los poco leídos. Estos “militantes” hacen a un lado la diversidad de opiniones teóricas fundamentadas bajo otro tipo de supuestos, acallando condescendientemente todo lo que no comparten bajo un grupo de clichés bien conocidos: “Estás desactualizado”, “mira la literatura que hay actualmente” (claro, su literatura, la única que ellos leen, la demás no la conocen o la evitan).

MECANISMOS DE COPAMIENTO

La estrategia de copamiento asume diversas formas, desde la publicación de obras supuestamente “introductorias” que dan “una visión imparcial” de la disciplina (hace unos años asistimos a una ofensiva profusa de constructivistas que lanzaron libros de epistemología y de historia de la psicología en español, logrando posicionar un “panorama general” favorable a su postura), hasta puestos claves en cursos universitarios, o premiaciones a personajes "modelo" internacionales de la tendencia afín que se presentan nimbados con el halo de la sobresaliente labor. Pero la mejor de todas esas estrategias es, paradójicamente, el solapamiento de todas esas actividades bajo la apariencia democrática (“si hay más seguidores de una orientación, pues no tenemos la culpa”), y del mito de la psicología como una disciplina única (“todos somos psicólogos y la psicología es una sola”).

LA ESPECIALIZACIÓN

En todo ello, el asunto de la especialización juega un papel distractor: en reuniones académicas (conferencias magistrales, seminarios, clases), donde muchas veces se tocan los temas de una manera tal que toquen la fibra “practicista” del auditorio, sin ir directamente al grano. Así, se meten de contrabando ideologías y teorías mentalistas mezcladas entre la exposición de métodos y aplicaciones objetivas para tratar o investigar tal o cual cosa, como si fuese lo más natural, acostumbrando a los escuchas a un fárrago descuidadamente ecléctico. De esa manera contribuyen a sembrar la ilusión de una disciplina unificada en la cual sólo unos cuantos “desactualizados” no quieren alinearse por ignorancia ¡Y vaya que esas astucias hasta ahora vienen teniendo éxito!

¿QUÉ HAY QUE HACER?

La realidad es que actualmente hay una convivencia multiparadigmática. Lo que para algunos es “información actualizada” para otros es antigua, y lo que para algunos es verdad evidente para otros es un disparate. Todo depende del punto de vista de que se parta y de la historia particular de cada enfoque. La mejor actitud para enfrentar esa situación por el momento es la de la tolerancia mutua, y el respeto por los desarrollos ajenos. Hay que desterrar la vieja costumbre de etiquetar al “competidor” con rótulos de fácil administración tergiversando o interpretando desde otros supuestos lo que sostiene, y de autopresentarse como “lo último” o “lo mejor” en métodos o aplicaciones (salvo en los casos en que sí haya una investigación comparativa certificada por entidades autorizadas). Tampoco es saludable ni ético apropiarse de productos técnicos generados con otra lógica teórica para cambiarles de nombre y presentarlos como productos propios del enfoque promocionado por los “piratas” (las técnicas de condicionamiento encubierto y la psiconeuroinmunología, por ejemplo, suelen ser motivo de este tipo de falsificaciones, como otrora lo fueron la primera psicolingüística, la tecnología educativa y las aplicaciones conductuales comunitarias).
No hay una sino varias psicologías, cada una es como un árbol que a su vez se ramifica y va interrelacionándose con sus propias ramas, así como con ramas del árbol ajeno, pero sin llegar a compartir sus raíces. Eso es lo que hay que reconocer. No deben reforzarse las tendencias a describir enfoques ajenos desde la propia perspectiva, sino dejar que los propios cultores de un enfoque sean los que hablen sobre él. No caben los libros “de introducción” ni los cursos generales “de marco propedéutico” que no sean colegiados, es decir con grupos de profesores de cada una de las orientaciones psicológicas que pretenden ser expuestas.
Adicionalmente, no se puede abandonar el supremo objetivo de unificar finalmente la disciplina, pero sobre la base de una discusión que relieve las semejanzas, no las diferencias. Salus populi suprema lex.

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