La conducta humana se desenvuelve, como es notorio, en un ambiente histórico-social generado por contingencias convencionales que operan a modo de reglas (estimulación discriminativa). Estas reglas, a su vez, están compuestas de mensajes simbólicos (sustitutivos) o culturales regulados por instituciones tutelares formales y no formales de la comunidad, la familia, el Estado, el Derecho, la educación, la religión, las costumbres, las tradiciones, etc.; cuya interacciones con el individuo configuran el rumbo básico de su ontogenia.
Dicho esto es claro que, aun cuando la psicología se distingue del análisis sociológico, cae por su peso que cualquier consideración del análisis de la conducta individual tiene que pasar necesariamente por el contexto específico en que ésta fluye. Eso implica que hay que enriquecer el arsenal de conceptos de que dispone el análisis conductual para tratar fenómenos en distintos niveles de estudio.
En 1986 una psicóloga conductista de la Universidad de Texas orientada a los temas sociales, Sigrid S. Glenn, propuso el concepto de “metacontingencia” como unidad de análisis para referir relaciones funcionales (es decir, entrelazamientos de contingencias) que involucran tanto prácticas culturales entre las personas, como sus resultados. De esta manera, se pueden estudiar cómo se interafectan los comportamientos y las circunstancias de dos o más individuos. Un ejemplo en español del uso de esta categoría para el estudio social de coyuntura es la crítica que realiza João Claudio Todorov a la aplicación del Estatuto de Niños y Adolescentes en la República de Brasil. Por otra parte, una revisión general se puede encontrar en el artículo de Ballesteros, López y Novoa.
En 1986 una psicóloga conductista de la Universidad de Texas orientada a los temas sociales, Sigrid S. Glenn, propuso el concepto de “metacontingencia” como unidad de análisis para referir relaciones funcionales (es decir, entrelazamientos de contingencias) que involucran tanto prácticas culturales entre las personas, como sus resultados. De esta manera, se pueden estudiar cómo se interafectan los comportamientos y las circunstancias de dos o más individuos. Un ejemplo en español del uso de esta categoría para el estudio social de coyuntura es la crítica que realiza João Claudio Todorov a la aplicación del Estatuto de Niños y Adolescentes en la República de Brasil. Por otra parte, una revisión general se puede encontrar en el artículo de Ballesteros, López y Novoa.
Una serie de consideraciones para entender los fenómenos sociales y grupales son las proporcionadas por Arthur W. Staats a partir del sistema actitudinal-reforzante-directivo (A-R-D). Esto es, los repertorios de motivación (valores, costumbres, normas) adquiridos por las relaciones conducta-estímulo social-reforzamiento influyen y a su vez son controladas por tales leyes. Por ejemplo, cada persona posee propiedades físicas y conductuales de estímulo social. Un individuo produce sobre otros respuestas sensoriales visuales condicionadas como imágenes que pueden ser la base para experimentar recuerdos sobre él. Puede también funcionar como estímulo incondicionado al evocar respuestas emocionales mediante su comportamiento, y afectar así la conducta posterior del individuo en variados tipos de interacción social (roles, atracción, liderazgo, prejuicio, conformidad, imitación, entre otras). En la lógica del sistema A-R-D, esto permite hacer posible el carácter directivo en el cual todo estímulo que evoca respuestas emocionales tiene también funciones reforzadoras.
De aquí se desprende otro concepto interesante: el de conducta pro-social, aquella que involucra toda conducta social positiva con o sin motivación altruísta. La idea es que en los trastornos de comportamiento social hay dos posibilidades de desarrollo: 1) el individuo no adquirió los repertorios operantes para ajustarse a su medio (por ejemplo habilidades interpersonales, aproximativas, recreativas, etc.), o 2) adquirió repertorios que impiden el desarrollo de los anteriores (excesos de aversividad, ansiedad, arrogancia, egoísmo u otros). Por lo tanto, los programas correctivos de comportamiento social formulados por terapeutas de conducta como Arnold Goldstein, Barry Glick y Harold Keller identifican déficits en los repertorios de comunicación y cooperación, el manejo inadecuado de contingencias y deficiencias en habilidades y valores pro-sociales. Esto último exige una preparación moral que, más allá de saber ejercer destrezas sociales y autocontrol, incluya saber cómo tomar decisiones y resolver problemas, además de trascender los valores inmediatistas.
De aquí se desprende otro concepto interesante: el de conducta pro-social, aquella que involucra toda conducta social positiva con o sin motivación altruísta. La idea es que en los trastornos de comportamiento social hay dos posibilidades de desarrollo: 1) el individuo no adquirió los repertorios operantes para ajustarse a su medio (por ejemplo habilidades interpersonales, aproximativas, recreativas, etc.), o 2) adquirió repertorios que impiden el desarrollo de los anteriores (excesos de aversividad, ansiedad, arrogancia, egoísmo u otros). Por lo tanto, los programas correctivos de comportamiento social formulados por terapeutas de conducta como Arnold Goldstein, Barry Glick y Harold Keller identifican déficits en los repertorios de comunicación y cooperación, el manejo inadecuado de contingencias y deficiencias en habilidades y valores pro-sociales. Esto último exige una preparación moral que, más allá de saber ejercer destrezas sociales y autocontrol, incluya saber cómo tomar decisiones y resolver problemas, además de trascender los valores inmediatistas.
El módulo de educación moral de tales programas incluye la enseñanza de respuestas de “consideración” por los demás y preocupación por sus problemas, y ejercicios de ensayo conductual en situaciones de conflictos interpersonales, utilizando técnicas de negociación y contrato. La dinámica se despliega partiendo de la discusión de casos que ponen énfasis en dilemas morales, procurando abarcar las categorías que señala Kohlberg para el desarrollo moral: ponerse en el lugar del otro y sentir la obligación de seguir reglas sociales, o reconocer valores más allá de los formalismos (dignidad, democracia, justicia, valor de la vida, cultura, etc.).
2 comentarios:
B&T Analistas Conductuales / Seguridad Basada en el Comportamiento Exelente Artículo de William Motgoomery Urday donde menciona como el mismo dicer "el arsenal de conceptos de que dispone el análisis conductual para tratar fenómenos en distintos niveles de estudio" y que posibilita ir más allá del modelo ABC posibiltando situar la conducta en un ambiente histórico social.
buenos,Me encanta su blog,muy informativo, Te falta sólo una herramienta de traducción el resto tudo ok!
Adios
excusa mi horrible espanol!
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