viernes, 15 de febrero de 2013

¿Cómo Distinguir La Mejor Teoría Conductual?



La proliferación de teorías en psicología hace que su universo sea notablemente vasto y complicado. Dentro de cada uno de los paradigmas la ramificación a partir de los troncos originales también se diversifica, y el paradigma conductual no es una excepción.  Se hace, pues, necesario contar con una pauta de apreciación suficientemente buena como para saber discriminar cuáles de esas teorías ofrecen mejores perspectivas para la supervivencia y el desarrollo paradigmáticos.
Lo cierto es que, a falta de dicha pauta, se ve que las preferencias de las generaciones que van llegando a la psicología se orientan, por lo general, a donde las llevan una serie de condiciones no-académicas. Éstas pasan a nivel iberoamericano, por la influencia teórico-ideológica sesgada hacia ciertos enfoques de una mayoría de profesores o círculo amical; la poca disponibilidad de material traducido al español; las simpatías y antipatías personales hacia ciertas concepciones científicas sobre la naturaleza humana; las oportunidades laborales; la cantidad de esfuerzo que requiere comprender ciertos argumentos o datos; y a veces también, hay que decirlo, por la propaganda desplegada por quien sabe “atacar mejor” a los demás. Muy poco influyen, en cambio, las razones académicas: los sustentos lógicos,  epistemológicos y metodológicos y su confrontación con la realidad.
Un caso especialmente álgido dentro del conductismo tiene que ver con el prejuicio acerca de la “novedad” frente a la “antigüedad” de las ideas consideradas. Es un fenómeno cada vez más influyente que podría llamarse “gusto automático por la neotenia teórica”. Como se sabe, la “neotenia” es un fenómeno social que implica una preferencia ciega por todo lo que es nuevo o juvenil y desprecio por lo viejo o antiguo, sin importar otras consideraciones.
Así, en la teoría conductual se suele observar que, cuando algún enfoque pasa la barrera de cierta cantidad de años y sus expositores envejecen, automáticamente comienza a ser dejado de lado a favor de “nuevas olas”. La crítica al enfoque veterano lo juzga sin respeto como “obsoleto” o “incorrecto”, incluso atribuyéndole cosas que jamás sostuvo, o tergiversándolo. Sucedió, por ejemplo, con la teoría de Hull, a la cual se le endosaron una serie de falencias supuestamente superadas por el conductismo skinneriano. A éste le sucede también lo mismo actualmente, en la descalificación que sufre frente a los más recientes enfoques “sociocognitivo”, de “marco relacional”, “interconductista”, “molar” y “biológico”, entre otros. Ese podrá ser llamado “proceso natural de descarte o refinamiento teórico-paradigmático”, pero lo cierto es que un análisis detallado del asunto muestra extrema injusticia en las apreciaciones acerca del valor real de muchos asertos propuestos por teorías hoy consideradas “anacrónicas”, simplemente porque les bajó el clima de su popularidad. 
La vaguedad de la formulación de requisitos para juzgar una opción teórica se presta a interpretaciones diversas, lo que hace difícil aplicarlos como labor de “filtro” contra aquello que no se ajusta a sus parámetros. Una muestra ―extraída de uno de los mejores intentos por brindar un marco de apreciación (J. Feist y G. J. Feist, 2008. Teorías de la Personalidad. Madrid: McGraw Hill; pp. 8-11)―, aporta indicios interesantes, pero poco esclarecedores respecto a detalles. No obstante, puede servir de inicio. 

¿QUÉ HACE QUE UNA TEORÍA SEA ÚTIL?

Genera investigación 

Capacidad para generar y guiar nuevas investigaciones. Sin una teoría adecuada que indique el camino, muchos de los resultados recientes de la ciencia no se habrían descubierto. Una teoría útil generará dos tipos de investigación distintos: investigación descriptiva y comprobación de hipótesis. La investigación descriptiva, que puede ampliar una teoría ya existente, se ocupa de la medición, caracterización y clasificación de las unidades empleadas en la construcción de una teoría. Cuanto más útil es la teoría, más investigación genera; cuanto mayor es la cantidad de investigación descriptiva generada, más completa será la teoría.
El segundo tipo de investigación generado por una teoría útil, la comprobación de hipótesis, conlleva una verificación de su utilidad. Una teoría útil generará muchas hipótesis que, una vez comprobadas, se incorporarán a una base de datos que podría remodelar y ampliar la teoría. 

Es refutable 

Una teoría refutable debe ser lo suficientemente precisa como para inspirar investigación que pueda confirmar o no sus principios más importantes. Si una teoría es tan vaga e imprecisa que los resultados, tanto positivos como negativos, de la investigación se pueden interpretar como confirmaciones, esta teoría no es refutable y pierde su utilidad. La refutabilidad, no obstante, no es lo mismo que la falsedad: significa simplemente que los resultados negativos de las investigaciones refutarán la teoría y obligarán al teórico a descartarla o modificarla. La ciencia se distingue de la no ciencia por su capacidad para refutar ideas que no son comprobadas de manera empírica, aunque parezcan lógicas y racionales. Una teoría que puede explicarlo todo no explica nada. 

Organiza los datos 

Sin organización o clasificación, las conclusiones de la investigación quedarían aisladas y resultarían fútiles. Si los datos no están organizados en algún tipo de marco inteligible, los científicos carecen de una dirección clara a seguir en la búsqueda del conocimiento, no pueden formular preguntas inteligentes sin un marco teórico que organice la información y sin preguntas inteligentes, la investigación posterior queda restringida de manera drástica.
Una teoría de la personalidad útil debe ser capaz de integrar los conocimientos existentes sobre el comportamiento humano y el desarrollo de la personalidad y de ordenar la mayor cantidad de información posible en una clasificación coherente. Si una teoría de la personalidad no ofrece una explicación razonable de al menos algunos tipos de conducta, pierde su validez. 

Sirve como guía práctica 

Una teoría útil ofrece una estructura para encontrar muchas respuestas que sirvan como guía para la resolución de problemas cotidianos. Sin una teoría válida, los investigadores se perderían en la oscuridad de las técnicas de ensayo y error, con una orientación teórica sólida pueden trazar un plan de acción adecuada.
Este criterio también incluye la medida en que la teoría estimula el pensamiento y la acción en otras disciplinas, como el arte, la literatura, el derecho, la sociología, la filosofía, la religión, la enseñanza, la gestión empresarial y la psicoterapia. 

Tiene coherencia interna 

Una teoría útil no sólo debe ser coherente con otras teorías, sino también consigo misma. Una teoría que tiene coherencia interna es una teoría cuyos componentes son compatibles entre sí de manera lógica, los límites de su alcance están definidos con precisión y no ofrece explicaciones más allá de esos límites. Además, una teoría que tiene coherencia interna utiliza el lenguaje de manera congruente, es decir, se usa el mismo término para designar dos conceptos distintos, ni usa dos términos diferentes para referirse al mismo concepto.
Una teoría útil utilizará conceptos y términos que se hayan definido de manera clara y operacional. Una definición operacional es aquella que define unidades en términos de hechos observables y conductas mensurables. 

Es sencilla 

Cuando dos teorías son compatibles en cuanto a su capacidad para generar investigación, ser refutables, dar significado a los datos, guiar al investigador y tener coherencia interna, se da preferencia a la más sencilla de las dos. Esta es la ley de la simplicidad. De hecho, dos teorías nunca coinciden exactamente en los otros criterios pero, en general, las teorías sencillas y simples son más útiles que las teorías que usan conceptos complicados y un lenguaje enrevesado.
Para construir una teoría de la personalidad, los psicólogos deben empezar a una escala limitada y evitar generalizaciones amplias que intenten explicar todo el comportamiento humano. 

CONCLUSION 

Elaborar una guía detallada que ofrezca pautas para juzgar aportes teóricos es urgente. Ésta debe centrarse en los sustentos lógicos,  epistemológicos y metodológicos, y la subsecuente confrontación con la realidad; con el fin de no caer en recurrentes vicios “neoténicos” que, desde hace muchos años, vienen sincopando el desarrollo uniforme y unificador de la teoría conductual.

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