miércoles, 22 de octubre de 2008

EL DIARIO DE ROBINSON

En 1718, un oscuro literato y periodista sin fortuna como Daniel Defoe se encontró con la historia de un marinero escocés que había permanecido en una isla desierta durante poco más de cuatro años.
Esto lo impresionó y de inmediato escribió el libro de las aventuras del naufrago ficticio Robinson Crusoe, catapultándose a la eternidad. Defoe tuvo uno de sus mayores aciertos al pintar la manera como el buen Robinson logró vencer su naciente depresión post-traumática, a través de un procedimiento muy parecido al que proponen ciertos terapeutas del comportamiento (p. ej. Beck o Ellis) para confrontar los pensamientos distorsionados (en términos más técnicos: tactos inapropiados) con nociones más realistas (en términos más técnicos: instigar respuestas funcionalmente adaptativas), y morigerar las disposiciones incapacitantes. A continuación, transcribo ese pasaje:

“A medida que mi razón iba dominando mi abatimiento, empecé a consolarme como pude y a anotar lo bueno y lo malo, para poder distinguir mi situación de una peor; y apunté con imparcialidad, como lo harían un deudor y un acreedor, los placeres de que disfrutaba, así como las miserias que padecía, de la siguiente manera:
- Malo
He sido arrojado a una horrible isla desierta, sin esperanza alguna de salvación.
- Bueno
Pero estoy vivo y no me he ahogado como el resto de mis compañeros de viaje.
- Malo
Al parecer, he sido aislado y separado de todo el mundo para llevar una vida miserable.
- Bueno
Pero también he sido eximido, entre todos los tripulantes del barco, de la muerte; y Él, que tan milagrosamente me salvó de la muerte, me puede liberar de esta condición.
- Malo
Estoy separado de la humanidad, completamente aislado, desterrado de la sociedad humana.
- Bueno
Pero no estoy muriéndome de hambre ni pereciendo en una tierra estéril, sin sustento.
- Malo
No tengo ropa para cubrirme.

- Bueno
Pero estoy en un clima cálido donde, si tuviera ropa, apenas podría utilizarla.
- Malo
No tengo defensa alguna ni medios para resistir un ataque de hombre o bestia.
- Bueno
Pero he sido arrojado a una isla en la que no veo animales feroces que puedan hacerme daño, como los que vi en la costa de África ¿y si hubiese naufragado allí?
- Malo
No tengo a nadie con quien hablar o que pueda consolarme.
- Bueno
Pero Dios envió milagrosamente el barco cerca de la costa para que pudiese rescatar las cosas necesarias para suplir mis carencias, y abastecerme con lo que me haga falta por el resto de mi vida".
"En conjunto, este era un testimonio indudable de que no podía haber en el mundo una situación más miserable que la mía. Sin embargo, para cada cosa negativa había algo positivo por lo que dar gracias. Y que esta experiencia, obtenida en la condición más desgraciada del mundo, sirva para demostrar que, aun en la desgracia, siempre encontraremos algún consuelo, que colocar en el cómputo del acreedor, cuando hagamos el balance de lo bueno y lo malo. Habiendo recuperado un poco el ánimo respecto a mi condición y renunciando a mirar hacia el mar en busca de algún barco; digo que, dejando esto a un lado, comencé a ocuparme de mejorar mi forma de vida, tratando de facilitarme las cosas lo mejor que pudiera”.

domingo, 19 de octubre de 2008

La Verdad Sobre la Hija de Skinner

(Nota del Blogger: De entre las varias buenas páginas que veo navegando por internet he encontrado ésta, que me parece muy didáctica y relevante a los propósitos de este blog. Por eso la reproduzco de la dirección original con el permiso correspondiente de su autor):


"La cuna de Skinner
Publicado por José Antonio el 28 / 12 / 2007, en el Blog Criando a Isabel

Mientras preparo un post sobre las actividades de Isabel, su nueva forma de relacionarse con el mundo y demás; vino a mi memoria un famoso experimento del Psicólogo Burrhus Frederick Skinner. La experiencia consistió en meter a su hijo en alguna especie de caja, darle algún tipo de estimulo para verificar no-sé-qué hipótesis sobre el comportamiento, el lenguaje, etc.
Podría recordar algo de mis estudios, pero nunca me di bien con las humanidades. Y peor aún con las ciencias mal no llamadas duras. La psicología es durísima. En mi versión callejera del experimento el hijo de Skinner termina enloquecido por su loco padre.
En esta época de internet se impone una investigación de algunos clicks. Así que, una nueva pestaña en el Firefox y adelante.
Por lo poco que he podido ver Skinner sí puso a su hija Deborah Skinner Buzan en una cuna diseñada por él mismo. En ese lugar pasaba una parte del tiempo similar a la que otro niño cualquiera pasaría en la cuna. ¿Por qué? Skinner papá diseñó su "baby box" con la intención de recrear un ambiente confortable para su hija. El aparato controlaba temperatura y humedad de forma que Deborah no necesitaba usar mucha ropa ni mantas que limitasen su movimiento. Esto también era una ventaja para los padres, disminuyendo el tiempo de lavada de ropa. Esto ocurre en la época de los pañales de tela.
B.F. Skinner y sus dos hijas
Opino que la leyenda negra sobre este psicólogo debió ser sembrada por algunos detractores académicos, en un terreno abonado de estupidez humana. Skinner hizo experimentos sobre el comportamiento de animales encerrados en cajas. El paso a decir que su propia hija estuvo en una de esas cajas fue corto y fácil.
Otras características de la "baby box" muestran que no se trataba de aislar a Deborah del mundo exterior. Por ejemplo, el aire era filtrado en la entrada, pero no era tratado contra microorganismos. La caja se cerraba con un vidrio así que Deborah podía ver hacia el exterior y escuchar, ligeramente atenuados, los ruidos de la casa. ¡La "baby box" estaba en la casa!
Deborah no se volvió loca. No se suicidó. Ni siquiera está molesta con su padre. Así mismo lo declaró a Guardian Unlimited en 2004. Hasta donde sé Deborah no tuvo hijos.
Skinner tuvo una segunda hija, Julie Skinner Vargas, que al parecer también ha usado el mismo modelo de cuna para sus hijas Lisa y Justine. Porque estemos claros, la "baby box" es una cuna.
La experiencia de Skinner me ha recordado al doctor Sears, citado en este blog por Alexandra. Parecen las dos caras de la moneda. Skinner sólo hizo lo que muchos padres hacen, puso a su hija recién nacida en una caja. Lo hizo por la misma razón que lo hacen muchos padres, su comodidad (la de él). Por último, como buen padre que fue, se preocupó por la seguridad de su hija en la caja, así que optimizó el diseño de la cuna estándar".

viernes, 10 de octubre de 2008

TERAPIA CONDUCTUAL DE PAREJA

Texto parafraseado de un fragmento (pp. 95-99) del capítulo 7: "Solución de conflictos interpersonales especiales" del libro de Montgomery, W. (1997). Asertividad, autoestima y solución de conflictos interpersonales. Lima: Círculo de Estudios Avanzada. ISBN 9972-96-9618-2-6.
En el conflicto de pareja, como en todo diferendo, el objetivo del tratamiento es modificar los patrones de interaccion y comunicación, buscando incrementar las expresiones afectivas, solidarias y de reciprocidad entre los participantes, para lo cual primero se identifican los veneros de tensión mediante la entrevista y formatos de autorregistro contingencial entregados a la pareja.
Los patrones de conflicto pueden deberse — además de los problemas individuales que cada uno de los participantes tenga en su vida— a, por un lado, disonancias entre las expectativas de los sujetos uno respecto del otro y la realidad (que aparecen cuando dos personas tienen que convivir a diario, o casi a diario); situaciones de monotonía, rutina y aburrimiento que provocan hastío; y por otro lado a divergencias de opinión política, religiosa o ideológica en general y a menudo en particular. No se descartan las intervenciones de terceros cuya influencia sea significativa (amigos, parientes, amantes, etc.).
Frente a las dificultades las personas intuitivamente buscan soluciones aversivas (negar refuerzos, castigar y otras) tratando de cambiar la conducta del otro. Eso, mal llevado, es contraproducente, originando conflictos de mayor gravedad. Se requiere una orientación especializada que analice los patrones y proponga las salidas a cada entrampamiento.
No se debe partir creyendo que hay parejas sin problemas. En realidad "la familia feliz" es un mito que la investigación destierra, certificando la ocurrencia de algún conflicto aproximadamente una vez por semana y un enfado por día. Incluso el conflicto verbal puede ser deseable en ciertas condiciones, considerándose especialmente que "los matrimonios que se pelean son los que siguen juntos, si lo hacen constructivamente”.
Los componentes de la intervención conductual en los conflictos de pareja son diversos. El papel del terapeuta se gradúa desde tres perspectivas de intervención: a) activo-directiva, b) indirecta de sutil manipulación sobre la dirección y naturaleza de las interacciones, y c) indirecta de segundo orden, limitándose a describir y dilucidar los procesos, dejando la responsabilidad de las decisiones a la propia pareja.
Lo que se modifica son los refuerzos y castigos mutuamente intercambiados por los miembros en sus contactos diarios, su efectividad comunicativa, sus valoraciones subjetivas y sus sentimientos sobre la convivencia. Igualmente sus pensamientos y expectativas irreales, sus atribuciones causales y su eficacia. En ese proceso hay cuatro líneas troncales:
1) Entrenamiento en comunicación, atención y reflexión.
Hecho en base a una serie de “sesiones ejecutivas”, en las cuales las partes expresan sus opiniones sin ser interrumpidas durante un espacio de tiempo. Al final de cada exposición el interlocutor resume lo que se dijo. La estructura de las sesiones varía en función a la fase de la terapia en que se está. Por ejemplo, en las tareas para casa deberá llevarse un cuaderno de comunicación escrita donde se haga lo mismo, subdividiendo sus páginas en dos con una línea intermedia. Después de la sesión en que se haya firmado el contrato de contingencias, los criterios para expresar los puntos de vista quedarán restringidos a los puntos consignados en el convenio. Un auxiliar para empezar a discutir es proceder a clarificar situaciones de acuerdo a un test de ajuste marital y a una guía para planificar el tiempo libre.
2) Contrato.
Ideado como una guía para servir de criterio conductual en las interacciones futuras. Allí cada uno indica que le gustaría en su relación y qué concesiones puede dar a cambio. Las transacciones deben ser equitativas y precisas.
3) Entrenamiento en dramatización.
A manera de ejercicios de ensayo conductual aplicados a los conflictos íntimos. Primero se escenifican las situaciones problema tal como ocurren, y luego se especifican y ensayan las soluciones siguiendo las pautas de afrontamiento. Para ayudar a la generalización se recomienda practicar en el mismo ambiente en que suceden los problemas.
4) Entrenamiento en práctica de reconocimiento mutuo.
Consiste en que cada uno de los miembros de la pareja refuerce aquello que considera bueno o placentero para sí en lo que haya hecho el otro. Puede utilizarse como ayuda un formato de ejercicio en conducta marital, del cual deben tener una copia ambos cónyuges. La modalidad para otorgar los refuerzos puede ser informal (en cualquier momento del día o inmediatamente después de ocurrida la conducta deseable), o estructurada (fijando de antemano un tiempo, por ejemplo después de cenar; y un lugar, por ejemplo el dormitorio, para comunicarse lo que sintieron acerca de cada episodio). Es importante fijarse sólo en lo bueno. A veces puede acordarse un contrato de contingencias, donde se señalen aquellos premios y castigos convenientes para apuntalar el cumplimiento de la prescripcion. 

Bibliografía recomendada

  • Borstein, P.H. y Bornstein, M.T. (1994). Terapia de pareja. Enfoque conductual sistémico. Madrid: Pirámide.
  • Fensterheim, H. y Baer, J. (1976). No diga sí cuando quiera decir no. México: Grijalbo.
  • Liberman, R.P. y cols. (1987). Manual de terapia de pareja. Bilbao: Descleé de Brouwer.
  • Llavona, L.M. y Carrasco, M.J. (1988). Tratamiento de un caso de problemas de pareja. En D. Maciá y F.X. Méndez (Eds.). Aplicaciones clínicas de la evaluación y modificación de conducta. Madrid: Pirámide. 
  • Margolin, G. y cols., (1993). Evaluación de trastornos maritales. En A. Bellack y M. Herzen (Dirs.). Manual práctico de evaluación de conducta. Bilbao: Descleé de Brouwer.
  • Patterson, G.R., y cols. (1982). Entrenamiento en habilidades matrimoniales: Algunos problemas y conceptos. En H. Leitenberg (Ed.). Modificación y terapia de conducta. Vol 1. Madrid: Morata.
  • Smith, M.J. (1983). Cuando digo no, me siento culpable. México: Grijalbo. 
NOTA: Este tema es complementario de Ingeniería del Comportamiento Sexual.


Post Scriptum: Actualmente, hay tendencias de la terapia marital conductual que inciden más en la aceptación que en el cambio de los problemas de pareja por parte de los cónyuges. Los trabajos de Jacobson son ilustrativos al respecto. Ver terapia integral de pareja.

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