domingo, 1 de julio de 2012

Ingeniería del Comportamiento Sexual

Teóricamente, el comportamiento sexual no ha sido un tema preferente dentro del ámbito conductista, quizá porque se consideró durante mucho tiempo un tema médico más que psicológico. Sin embargo, no se carece de estudios y procedimientos terapéuticos basados en la investigación de los principios de la conducta.
A nivel general los patrones sexuales de todas las especies están determinados por la evolución y se dirigen a reproducirlas. No obstante, como es notorio, en el ser humano dichos patrones no son tan ritualizados ni estereotipados; no es necesario abundar sobre eso. Pero el hecho de que en la especie humana los factores se complejicen no significa que su conducta sexual esté por encima de las leyes naturales. Por eso en la base de dicha conducta (como  en la de cualquier otra, sea en el plano cognitivo, emotivo, motor o fisiològico) están los paradigmas de condicionamiento respondiente y operante, tanto en términos conceptuales como de operaciones experimentales, y las aplicaciones derivadas de ellos (Bancroft, 2000).
Respuesta sexual del varón
Por razones obvias, un aspecto preferencial referente a la conducta sexual humana es la intervención terapéutica sobre sus disfunciones, caracterizadas “por una alteración en alguna de las fases de la respuesta sexual humana (deseo, excitación, orgasmo y resolución). Frecuentemente, la dilficutad o imposibilidad de alcanzar alguna de estas fases se acompaña de la ausencia de sensaciones subjetivas placenteras y de la imposiblidad de disfrutar de las actividades sexuales” (Sierra, 1996; p. 337). Asimismo, en la obra Sexualidad Humana de Hyde y DeLamater (2003/2006) —uno de los textos más difundidos del ramo—, se resume que las causas psicológicas de los trastornos sexuales “se categorizan en causas inmediatas como ansiedad o interferencia cognitiva; aprendizaje previo; factores emocionales y factores conductuales o de estilo de vida. Los factores interpersonales incluyen conflicto en la relación con la propia  pareja y problemas de intimidad” (p. 482).
La ingeniería del comportamiento se distingue particularmente en la intervención efectiva sobre estos respectos. Así, en la lista de tratamientos psicológicos empíricamente validados que la APA difunde desde hace algunos años (Chambless y Ollendick, 2001; véase también Labrador y Crespo, 2001), figuran:
1)     Para la disfunción eréctil: terapia conductual y terapia cognitivo-conductual orientadas a reducir la ansiedad sexual y mejorar la comunicación.
2)     Para el trastorno o disfunción orgásmica femenina: terapia marital conductual más terapia de Masters y Johnson, terapia sexual de Masters y Johnson, y entrenamiento en habilidades sexuales.
3)     Para la eyaculación precoz: terapia conductual.
4)     Para el vaginismo: terapia conductual basada en la exposición.
5)     Para discordia marital: terapia marital conductual y terapia cognitiva.
6)     Para casos de parafilias/abusadores sexuales: terapia conductual y terapia cognitivo-conductual.
Algo resaltante es que, como lo reconocen los mismos Hyde y DeLamater (2003/2006, p. 471), la terapia sexual de Masters y Johnson —que desde los años 70 es prácticamente la más aceptada y cubre casi todo el espectro de disfunciones— está enteramente compuesta de técnicas conductuales.
Respuesta sexual de la mujer
Un “histórico” especialista anglosajón de los estudios sobre el comportamiento sexual, el Dr. John Bancroft (1974/1977), hace una excelente revisión de los métodos de proveniencia respondiente u operante (o mixtos) utilizados por la ingeniería conductual para diversas "patologías" (homosexualidad no deseada, pedofilia, fetichismo, travestismo y transexualidad, exhibicionismo y sadomasoquismo): terapia aversiva, terapias de exposición en vivo e imaginal con modificación de fantasías (p. ej. la desensibilización sistemática); uso de principios de reforzamiento positivo (modelamiento, encadenamiento, aprendizaje de evitación, modelado, etc.); y reestructuración cognitiva para el cambio de actitudes. Además, discute los diversos tipos de evaluación conductual aptos para calibrar las modificaciones (es conveniente también consultar a Sierra, 1991; 1996).
Para más datos en español hay mucha información sistematizada disponible en numerosos libros y capítulos de libros, entre los que destacan, por mencionar sólo dos enteramente dedicados al tema, los de Carrobles y Sanz (1991), y Labrador (1994).

NOTA: Este tema es complementario de Terapia Conductual de Pareja.

REFERENCIAS

  • Bancroft, J. (1974/1977). Desviaciones de la conducta sexual. Barcelona: Fontanella.
  • Bancroft, J. (Ed.) (2000). The role of theory in sex research. Bloomington: Indiana University Press.
  • Carrobles y Sanz (1991). Terapia sexual. Madrid: Fundación Universidad-Empresa.
  • Chambless, D. J. y Ollendick, T. H. (2001). Empirically supported psychological interventions: Controversies and evidence. Annual Review of Psychology, 32, 685- 716.
  • Hyde, J. S. y DeLamater, J. B. (2003/2006). Sexualidad Humana. México: McGraw-Hill.
  • Labrador, F. J. (1994). Disfunciones sexuales. Madrid: Fundación Universidad-Empresa.
  • Labrador, F. J. y Crespo, M. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para las disfunciones sexuales, Psicothema, 13, 428-441.
  • Sierra, J. C. (1991). Tratamiento conductual de las disfunciones sexuales. En G. Buela-Casal y V. E. Caballo (dirs.). Manual de psicología clínica y aplicada. Madrid: Siglo Veintiuno.
  • Sierra, J. C. (1996). Evaluación de las disfunciones sexuales. En G. Buela-Casal,  V. E. Caballo y J. C. Sierra (dirs.). Manual de evaluación en psicología clínica y de la salud. Madrid: Siglo Veintiuno.

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