viernes, 28 de febrero de 2014

La Conducta Operante Está A La Vista, Salvo Para Quienes No Quieren Verla

Se suele advertir que las personas se comportan como “teóricos de rasgos” cuando juzgan actos ajenos, y como “conductistas” cuando juzgan los propios. Así, por ejemplo, si alguien llega tarde a una reunión, podemos inferir que lo hace porque se trata de “una persona impuntual” (un rasgo interno permanente), mientras que si nosotros somos los que llegamos tarde, atribuimos esa eventualidad al influjo de causas externas sobre nuestra posibilidad de acción (falta o retraso de transporte, inconvenientes, descoordinaciones, etc.).
En esa misma línea, es fácil ver la inconsecuencia del pensamiento que se presenta como antítesis de la perspectiva conductual examinando expresiones de autores típicos en manuales de abundante difusión entre psicólogos y educadores; como por ejemplo Desarrollo Humano de Papalia, Wendkos y Duskin (reedición del año 2010, McGraw-Hill), de tendencia predominantemente cognoscitiva, donde, después de dicotomizar las teorías de dicho ámbito en modelos “mecanicista” y “organicista” se dice: “El conductismo es una teoría mecanicista que describe la conducta observada como una respuesta predecible a la experiencia… La investigación conductista se centra en el aprendizaje asociativo…” (p. 28); y se dan seguidamente descripciones bastante elementales del condicionamiento respondiente y operante, como para descartar su valor como herramientas conceptuales para analizar la conducta humana compleja.  Sin embargo, en el mismo libro, en el marco de una disquisición sobre la tecnología de la reproducción asistida y la proliferación de métodos y regulaciones al respecto, las autoras señalan que: “Una cosa parece segura: en la medida que haya gente que quiere hijos pero es incapaz de concebirlos o de llevarlos a término, la inventiva humana y la tecnología propondrán nuevas maneras de satisfacer sus deseos” (p. 434). 
¿Esto no es, acaso, un reconocimiento “in pectore” de que la cognición es la que está subordinada a las leyes de la conducta y no al revés?  Porque según sus propias palabras, evidentemente lo que llaman “la inventiva humana” se mueve al son del condicionamiento operante, al depender de la posibilidad de “satisfacer deseos de  procrear hijos”; es decir, de ser reforzada.
Contradiciendo las ingenuas creencias académicas sobre que "el condicionamiento operante necesita de un laboratorio para demostrarse", hay que decir la verdad: basta observar la vida humana en sus infinitas manifestaciones convencionales cotidianas para ver fácilmente que casi toda ella marcha en función a las consecuencias que genera en cada momento, y que la van moldeando históricamente de acuerdo con pautas de privación y saciedad. La televisión mantendrá sus tipos de programas y estilo de emisión mientras tenga un alto rating de audiencia; las personas mantendrán su costumbre de saludar a otros mientras esos otros les respondan el saludo; los individuos tenderán a pensar en “algo especial” mientras ese “algo especial” tenga efectos sobre su vida; la gente tenderá a elegir entre opciones de acuerdo con el beneficio, la comodidad o la menor aversividad que le generan, etcétera. Incluso el mundo de las ideas está sometido, tanto como el de los negocios, a las leyes operantes. Esto no tiene nada que ver con el "mecanicismo", ni significa negar ni subestimar la consciencia ni la cognición en la regulación del comportamiento, sino ponerlas en su justo nivel.

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