viernes, 26 de noviembre de 2010

CONDUCTISMO Y COMPLEJIDAD

Es positivo el afán de aplicar la noción de complejidad a la psicología. La cuestión es cómo. A lo largo del artículo que figura a continuación se reseñan varias de las formas intentadas desde los predios de la dialéctica, del enfoque sistémico y del constructivismo. No obstante, la revisión hecha sobre la base de los pensamientos complejos que pretenden guiar ciertos enfoques psicológicos muestra, en muchas ocasiones, una tendencia a la retórica grandilocuente y superficial que toma vocablos de disciplinas "duras" para aplicarlos con ligereza, y a veces embrollan cuestiones muy simples, como la de que la personalidad cambia durante un lapso de tiempo y las conductas estables de un individuo nunca se repiten de la misma forma. No se necesitan postular "atractores", "espirales" o "turbulencias en el sistema" para entenderlo.
Quizá a raíz de eso la oquedad tecnológica es evidente, a pesar de las abundantes declaraciones dialécticas, sistémicas, dinámicas y constructivistas acerca de lo mucho que aportan al quehacer psicológico, especialmente pedagógico y terapéutico.
Por otro lado, en las formulaciones meta-teóricas de la complejidad se nota inconsecuencia. Pese a la interminable fila de argumentos en pro de la interacción sistémica, ésta se concentra, paradójicamente, en uno de los polos de la relación "subjetividad-objetividad". Casi toda su literatura se compone de un alegato para "retornar al sujeto" en la forma de construcciones mentales (cognición, conación, emoción, etc.) a la manera fenoménica y organocéntrica, y se encuentran contadísimas declaraciones a favor de la conducta como la misma relación dinámica o fluir de interacciones entre el organismo y el medio. Por lo demás, incluso esto sin mayor especificación molecular o pragmática, pese a la afirmación de que lo complejo subsume lo simple y lo macroscópico incluye lo microscópico.
En suma, en el desarrollo de los pensamientos y corrientes psicológicas que se guían (o dicen guiarse) explícitamente por la noción de complejidad hay ciertos aspectos preocupantes. A saber: excesiva generalidad conceptual, demasiada licencia terminológica y extrapolaciones indebidas de fenómenos sacados fuera de su contexto original, que se aplican sin justificación aparente a la psicología. Eso sin contar la inconsecuencia de referirse constantemente a la interrelación compleja entre el organismo y su ambiente, mientras su verdadero interés redunda sólo en "restaurar" el papel del sujeto por contraposición al supuesto predominio de la objetividad en la ciencia de la conducta, como si la interacción residiera en algún compartimiento mental o cerebral.
En contraste, la ciencia de la conducta en su faceta actual muestra un camino que con su propia terminología técnica, y sin renunciar a la proverbial parsimonia científica, parece cumplir con el objetivo de establecer bases cualitativas y cuantitativas para construir progresiva complejidad en el objeto de estudio, sus categorías teóricas, su metodología y sus aplicaciones. En el artículo se revisan tres enfoques: la teoría de marcos relacionales, el interconductismo y el conductismo psicológico, cuyos desarrollos siguen -cada uno a su manera y a pesar de sus mutuas discrepancias entre sí-, pautas complejas, apoyados por una profusa evidencia experimental.
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El siguiente enlace, del cual he recogido los razonamientos precedentes,  trata el tema mencionado.

COMPLEJIDAD, RETÓRICA DE LA COMPLEJIDAD Y CONDUCTISMOS DE TERCERA GENERACIÓN

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